miércoles, 12 de enero de 2011

¡Larga vida al querido líder!

- Corea del Norte tiene el quinto armamento más potente del mundo
- Kim Jong-Il protege a su pueblo de la "amenaza capitalista"
- Mientras la población muere de hambre, el gran líder invierte millones en armamento


Cuando cae la noche las calles se convierten en un laberinto de oscuridad. Una leve
luz, que se enciende y se apaga intermitentemente, ilumina toda la calle y le da un toque fantasmal. Y es que en Corea del Norte no hay presupuesto para una gran
iluminación porque, según los dirigentes, no es necesario.
Las gentes de Corea del Norte tienen poco o nada que ver con sus vecinos surcoreanos. Tampoco tienen nada que ver Pyongyang y Seúl. En la parte capitalista de la península, los jóvenes andan por la calle escuchando sus Ipods, colgados de sus teléfonos de última generación y bebiendo un refresco de una cadena de restaurantes
fast food. En Corea del Norte los jóvenes visten el uniforme de la escuela de formación a la que acuden, y cantan consignas a su querido líder varias veces al día.
La novela Orwelliana 1984 se queda corta para relatar lo que realmente ocurre en la última “frontera socialista”. La alienación mental llega a límites insospechados. Las horas de odio se sustituyen por unas gotas de imperialismo yanqui en cada uno de los actos oficiales. Y es que Estados Unidos es el enemigo, y el ex presidente
Bush el mismísimo diablo. Por ello, muchos soldados estadounidenses durante la guerra huyeron a Corea del Norte escapando del yugo del capitalismo.
Los medios de comunicación ayudan a desarrollar estas ideas: los desfiles del ejército se repiten tres veces al día para que nadie pueda perdérselos; para que las amas de casa los vean (una vez terminadas sus tareas del hogar) en sus salones vacíos, presididos por las fotos del querido líder junto a su hijo Kim Jong-un, futuro sucesor en el reino del terror. Y es que desde Occidente muchas veces creemos
que el pluralismo de opiniones en la información ha muerto, pero olvidamos que todavía quedan puntos en el planeta como éste, en los que solo existe un punto de vista: el del querido líder.
A pesar de que la población se muere de hambre (están saliendo de una grave hambruna que arrasó en 2005 con la vida de muchos) desde el Gobierno creen que es mejor gastar el dinero de las arcas en nuevas carreteras vacías y lujo en las estaciones de metro. Aunque las carreteras ofrecen una imagen desoladora, el Gobierno le da un buen uso: aquellos que necesitan reeducación reflexionan sobre sus actos barriendo kilómetros y kilómetros vacíos de coches; lo que resulta lógico si pensamos
en que el sueldo de un norcoreano es un euro mensual. Y que una bicicleta cuesta diez euros. Pero tienen la doctrina tan bien aprendida que ellos mismos aseguran que con
su euro al mes consiguen ahorrar.
Según Alejandro Cao de Benos (delegado especial honorario de ese país y presidente de la Asociación de Amistad con Corea) el país se encuentra en un momento de recuperación económica”.
Riqueza en el subsuelo
En el caso de las estaciones de metro el contraste es abismal. Emulando las estaciones soviéticas, son paradas llenas de lujo y grandes obras de arte repartidas por las paredes. Sin embargo, cuando el metro llega, el panorama vuelve a ser el mismo: la maquinaria es tan gris y poco segura como es la superficie de Pyongyang.
Si la diferencia entre Pyongyang y la mayoría de capitales mundiales es
radical, no lo es menos en el caso de los pueblos. Para trasladarnos a la Castilla medieval no es necesario viajar en el tiempo: los pueblos de Pyongyang reflejan una realidad muy aproximada. El sistema feudal parece funcionar en las zonas rurales (que
también se usan como campos de reeducación), o al menos eso dice el Gobierno. Pero la verdad es muy diferente: zonas de pobreza, en las que no se invierte y no se permite al jornalero tener su propia tierra (es una idea capitalista).
Corea, autarquía permanente
Corea del Norte es un país encapsulado en el tiempo, cuyo principal problema es el uso indebido del capital, que se enfoca mayoritariamente en armamento y tanques (las anchas carreteras y avenidas están pensadas exclusivamente para el despliegue
militar de carros de combate y acorazados en caso de conflicto bélico).
A pesar de ello, Cao de Benos asegura que “el Gobierno está dedicando grandes esfuerzos al desarrollo de la industria ligera”, como el desarrollo textil y el de fertilizantes propios.
Amenaza internacional
Desde que Kim Jong-Il, en la década pasada, bombardeara un avión surcoreano provocando cientos de muertos, Corea del Norte se encuentra en el punto de mira como país potencialmente peligroso, como ya lo hizo Libia en la época de Arafat. Sus
países vecinos, como China o Japón, son los únicos que intentan tener un trato medianamente cordial con el querido líder. El resto, lo incluyen en el eje del mal: países que hay que desarmar porque pueden provocar un desastre. El presidente Obama asegura que “Corea del Norte es una amenaza”, pero no se plantea aún actuar militarmente en el país. Sin embargo, los dirigentes de las dos Coreas aseguran querer la “unificación” de la península (algo que resulta llamativo después del último ataque norcoreano en la frontera).
Lo que quiere demostrar, según Cao de Benos, el gobierno de Corea del Norte en los próximos diez años es que “un país comunista puede garantizar una calidad de vida superior a la de cualquier nación desarrollada”. Pero… ¿a qué precio?

CLAVES

La crisis, culpa del capitalismo
Siguiendo la línea de odio al capitalismo, desde el gobierno norcoreano se achaca la crisis a tres motivos principales: los desastres naturales, la desaparición del mercado socialista y el embargo de Estados Unidos.
Solos ante el peligro
El gobierno norcoreano se está quedando solo en la defensa del modelo de gobierno socialista. Los grandes modelos comunistas, como la desaparecida Unión Soviética o Cuba, están cada vez más cercanos a una postura capitalista o a mantener buenas relaciones con Estados Unidos. Sin embargo, Corea sigue en sus trece y se defiende ante la “amenaza” yanqui.